Ricardo Zodan
Febrero 2014
Hace apenas unas semanas, he tenido la oportunidad de realizar un curso en Islandia. Un curso que ha marcado un antes y un después en mí como persona y como profesor.
La magia de Islandia
Islandia, una isla, un país, un mundo ? Debo reconocer que si no hubiera sido por el tema y el contenido del curso en sí, no creo que Islandia hubiese sido uno de los destinos previstos de visitar por mí en estos próximos años. De este mágico país, creía saber lo necesario para no incorporarlo de forma inmediata en la lista de lugares a descubrir a corto plazo. También es cierto que desde que estalló la última crisis financiera mundial, sentía curiosidad por conocer algún día en primera persona, la forma de vida de la gente de ese país que, según los medios, supo hacer frente a la crisis sin salvar a los bancos de la quiebra, tal y como lo hizo el resto de países europeos. Ahora y después de este primer viaje a Islandia, compruebo una vez más que incluso por estas tierras, no todo lo que brilla es oro. Algunas de las personas con las que pude hablar me comentaron que si bien es cierto que los bancos privados no fueron rescatados con dinero público, el estado los nacionalizó, absorbiendo por consiguiente, sus deudas. Me ha sorprendido saber también que este hecho produjo algo que al menos en Europa no pasó y que en Islandia sí. Se trata del incremento de la inflación a unos niveles exorbitantes hasta el punto de que miles de personas han visto como sus hipotecas se han multiplicado de la noche a la mañana, encontrándose ahora con deudas que no podrán terminar de pagar estando en vida y que dejarán como herencia a sus hijos o incluso, probablemente a sus nietos. Sin duda que oír decir : « Al menos en Europa la inflación sí se pudo controlar y no se perdió tanto nivel adquisitivo » fue otra de las grandes sorpresas de este viaje.
Geográficamente, Islandia no está unida a Europa o América. Se trata de un país que flota en la inmensidad del océano, como si se tratase de un mundo aislado tal y como lo define el escritor Torfi H. Tulinius, que añade además que Islandia es un mundo aislado que emerge de las profundidades. Un mundo dentro de un mundo.
Efectivamente así lo sentí desde el primer momento que pisé tierras islandesas. Fue como si en vez de llegar a otro país cualquiera, estuviese aterrizando en otro mundo. El paisaje volcánico me recordaba en parte a Tenerife y a Lanzarote, por lo que en ese sentido sentí algo muy familiar y cercano, a pesar de sentir como que estuviese llegando a un nuevo mundo.
De su historia como país, sabía apenas que Islandia fue descubierta y colonizada por los marinos noruegos procedentes de Escandinavia y las colonias vikingas de las islas británicas en el siglo noveno.
Sobre sus paisajes, sus icebergs, sus fiordos, sus mamíferos y aves salvajes, conocía las imágenes que en algún reportaje de National Geographic había podido ver o leer en el pasado. Sobre la literatura del país, había tenido la oportunidad de leer algunas de sus famosas sagas, composiciones literarias del siglo XII que tratan temas diversos sobre la vida de los habitantes islandeses y reyes escandinavos así como cuentos y leyendas sobre héroes del pasado. Siempre sentí una atracción especial hacia este tipo de tradición narrativa, escrita en su mayoría durante el siglo XIII, y que trata de una forma muy especial y muy irónica, las relaciones humanas entre los habitantes de Islandia que vivieron en la isla doscientos o trescientos años antes, narrando también sus aventuras en ultramar.
Motivo de mi viaje
Si he decidido escribir y compartir con ustedes mi experiencia en Islandia, no lo hago solo con la intención de transmitir la gran emoción que este viaje produjo en mí desde el primer momento hasta incluso mucho después de haber vuelto a casa. El motivo que me lleva a hacerlo es fundamentalmente hablarles del curso que he tenido la oportunidad de hacer el Intercultural Iceland (ICI), un centro de formación independiente, especializado en educación intercultural.
Sobre la persona que nos acompañó y dio el curso durante toda la semana, os puedo decir ha sido un verdadero placer y honor haber podido compartir unos días con un ser humano excepcional. Una persona que ha hecho que yo tome conciencia de muchas cosas y que gracias a su motivación, su amplio compromiso, su simplicidad y sencillez en el tratamiento de diversos temas pero sobre todo gracias a su gran humanidad, hacen que yo sienta la necesidad de hablarles de este viaje. Esta persona es Gudrún Pétursdóttir, fundadora y principal pilar de la organización (ICI).
Gudrún, como ella quiera que la llamemos, es socióloga, especializada en asuntos sociales relacionados con los prejuicios, el racismo, la sociedad intercultural y la educación intercultural. Es autora también de los libros “AB Intercultural Education”, 1999 y “Everyone can do something, no one can do everything”, 2003. Gudrún es la persona que en tan solo unos días ha logrado que, ya no solo como profesor, sino también como persona, me replantee tantas y tantas cosas.
El curso de desarrolló en el hotel Borganes en el pequeño pueblo llamado así también. Esta hermosa localidad, situada al borde del mar, está rodeada de hermosas montañas rocosas y nevadas en esta época del año y que, como si de un cuento se tratara, reflejaron con todo su esplendor la magnífica aurora bolearis (northen lights) que pudimos contemplar ya la primera noche de nuestra estancia, desde la orilla de la playa y bajo la gigantesca pantalla natural que se formaba sobre nosotros en el mágico cielo islandés.
Mis compañeros también merecen sin duda alguna, una mención especial. Formábamos un grupo de ocho personas en total. Dos compañeros de Turquía, una compañera inglesa, dos belgas y tres españoles en total incluyéndome a mí. La verdad que en el seno del grupo se creó también un ambiente mágico, para mí único. Desde el primer momento nos sentimos bien compartiendo anécdotas y experiencias propias. Ellos fueron simplemente, la guinda que decoró este hermoso pastel !
Cultura o Intercultura
Cultura o Interculturalidad ? Esa era la pregunta. Todos sabíamos a priori que éste iba a ser el tema principal a tratar y debatir durante todo el curso. También y desde el primer momento, nos dimos cuenta de que aquel no iba a ser un curso más de los tantos cursos de formación continua que hacemos a lo largo de nuestras vidas como profesores. Recuerdo como el primer día y habiendo ya entrado en materia, quise dar mi opinión sobre cómo, y desde mi humilde punto de vita, somos los españoles. Inicié mi intervención diciendo : « los españoles suelen ser alegres, extrovertidos y muchos tienen la costumbre de comer paella los domingos reunidos en familia ». Este día no lo olvidaré jamás ! Aquella frase cambió el curso de las cosas. Aquella frase, tan poco relevante para mí, fue el inicio del cambio que este curso produjo en mí. Aquella frase, con la que simplemente pretendía aportar algo sobre la forma de ser de los españoles y sus/nuestras costumbres, fue el detonante y el punto de partida del debate. Quién me lo iba a decir ? Mi « famosa » frase nos permitió dar comienzo a una amplia discusión y posteriores reflexiones sobre el peligro de los estereotipos y todo lo que éstos conllevan consigo. Aquella frase me permitió, entre ejercicio y ejercicio, debate tras debate, empezar a ver con más claridad que nadie puede ser portavoz de nadie y mucho menos cuando se trata de la cultura de todo un pueblo. Aquella frase, tan simplista, tan banal, dicha además sin ánimos de ofender a nadie, pasó a ser bastante significativa. Aquel día y después de las intensas discusiones mantenidas con mis compañeros y bajo la crítica mirada de Gudrún, comencé a entender que los estereotipos pueden hacerle mucho daño a las sociedades. De los estereotipos surgen los prejuicios y de los prejuicios solo falta un paso para llegar a la discriminación. Los términos simbólicos que identifican a una nación han sido creado de forma ficticia y a veces con unos intereses intrínsicos muy claros e intencionados. Los símbolos de identidad nacional, regional o incluso local, solo crean diferencias y por consiguiente, solo separan. Personalmente me da pena ver como las lenguas por ejemplo, que durante siglos y milenios han tenido como función principal lograr una mayor comunicación y mejor entendimiento entre las personas, hoy en día se utilizan como motor de separación de pueblos y comunidades y no como herramienta de unión y fusión intercultural. La cultura es un fenómeno individual y no de masas. Cada persona tiene su propio pasado y su propio presente y por lo tanto, su propia cultura. No existe una cultura única y representativa de todo una sociedad. La intercultura o interculturalidad no es el solo el futuro, es también el presente y el pasado de cada individuo.
Sí queremos, podemos!
Los días en Islandia pasaban rápidamente. Junto a mis compañeros hacíamos ejercicios y actividades lúdicas que, sin apenas darme cuenta, aumentaban cada día mi sensibilidad hacía los problemas raciales y de discriminación que se suceden a diario a nuestro alrededor. Fue difícil, quizás lo peor, reconocer que yo también a lo largo de mi vida he discriminado. Eso sí, también fue muy gratificante saber y entender que la solución también está en mí. Solo basta con analizar las situaciones de forma crítica (« Critical Thinking ») para comprender que esos comportamientos discriminatorios son condicionados y solo nosotros, cada uno de nosotros, podemos combatir ese condicionamiento y luchar para que la « intercultura » o la interculturalidad sea utilizada como la mejor herramienta contra la discriminación en cualquiera de las tantas formas en que ésta se manifiesta. Recordemos las palabras de Nelson Mandela : « Nadie nace odiando a otra persona por el color de su piel, o su origen, o su religión. La gente tiene que aprender a odiar, y si ellos pueden aprender a odiar, también se les puede enseñar a amar, el amor llega más naturalmente al corazón humano que su contrario ».
A esta frase, en la que ahora pienso cada día, no basta solo con leerla o recordarla. El mensaje no se tiene que quedar allí. Estas palabras las podemos convertir en hechos y como padre, como amigo, como profesor, pero sobre todo como ser humano, siento ahora más que nunca la necesidad y la obligación de hacer algo para cambiar determinados comportamientos. El odio, el rencor, la rabia, la envidia y muchos otros sentimientos o resentimientos son el resultado de muchos otros comportamientos adquiridos a lo largo de nuestra vida. Ahora y después de este maravilloso viaje a Islandia, tengo claro que de mí depende cambiar y eliminar esos sentimientos o prejuicios de mi vida cotidiana.
Los medios de comunicación juegan claramente un papel clave en la manipulación de las masas. Las estadísticas oficiales son utilizadas también en muchos casos según determinados intereses para hacernos creer una cosa u otra. Si cada uno de nosotros hacemos una reflexión crítica de todo lo que llega a través de la televisión, la prensa y de los medios de comunicación en general, seguro que llegaremos a nuestras propias conclusiones y probablemente que en muchos casos, éstas serán muy diferentes de la información que se nos han transmitido inicialmente.
El mejor regalo
Por supuesto que lo mejor de este viaje ha sido la gente que he conocido y el intercambio de experiencias entre todos nosotros. Gudrún nos reservó una sorpresa muy especial para el último día. Juntos, reunidos todos en el salón de la vieja casa en la que se crió junto a su familia adoptiva, rodeada de ovejas y caballos, decidió contarnos la historia de sus antepasados y por consiguiente, su propia historia. Jamás olvidaré aquella tarde en la que el viento por fuera de la casa hacía de las suyas y nosotros todos dentro, sentados en el salón contemplábamos aquel bello atardecer. Recuerdo y recordaré siempre cómo escuchábamos atentamente la historia de esa mujer que como dije en un principio, en tal solo unos días me hizo ver las cosas de otra manera. Siempre recordaré aquella tarde. Siempre recordaré la complicidad y la gran emoción que sentimos todos los que pudimos disfrutar del tentempié que Gudrún nos tenía preparado y que nos ofreció con tanto cariño. Hasta el pescado seco que degustamos me supo a Gloria! Qué placer saber también que ese pescado que nos había servido como aperitivo acompañando la copita de « Brennivin » (licor típico islandés) había sido colgado en un tendedero en el patio de la casa y secado y salado de forma natural con las frescas brisas que llegan desde la costa. Para mí, ese momento, también fue mágico !
Gracias Gudrún y gracias amigos por hacer que al regreso de mi viaje a Islandia, sienta estas ganas inmensas de transmitir a mis alumnos, a mi familia y a mis amigos, lo que he aprendido o por lo menos lo que he sentido estando estos días pasados con ustedes. Los días transcurren y lo mejor de todo es que esas ganas de hacer algo en contra de la discriminación, sea cual sea la índole de ésta, aumentan en mí. Les aseguro que el simple hecho de hacer esta pequeña reflexión cada día me llena de felicidad y esperanza. Cada mañana recuerdo con claridad las palabras con las que aquella tarde y en aquel viejo salón, Gudrún terminó de contarnos con tanta emoción la historia de su vida: « Esta es la historia de mi familia, y por consiguiente, la mía propia. Esta no es una historia sobre la cultura islandesa. Esta es mi propia cultura».
Algunas imágines de mi estancia en Isalandia
Con el fin de atraer a nuestros socios, alumnos y antiguos alumnos a la literatura, así como a toda persona interesada que esté dispuesta a poner a prueba su sagacidad y capacidad literaria, la asociación se propone
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