El inmigrante

Ricardo Zodan

El inmigrante de aquí y de allá !

(de mi artículo « Estado Civil : Inmigrante », 2013)

Marzo 2014


La palabra inmigrante « rechina » en los oídos de muchos, sobre todo cuando la oímos mencionar en los telediarios o cuando la leemos en la prensa escrita.

Hace algunos años (cuando España « iba bien ») la relacionábamos con la llegada de cayucos a Canarias. Posteriormente se « puso de moda » la isla de La Lampedusa, en Italia y en estos momentos, seguramente la relacionamos de forma inmediata con las vallas de Ceuta. Claro que si dejamos de ser cínicos y hacemos solo un poco de memoria, podemos relacionar, sin tener que hacer mucho esfuerzo, la palabra inmigrante a cualquiera de los períodos históricos más importantes y destacados: la invasiones vikingas, romanas, musulmanas (solo por nombrar algunas de ellas), las colonizaciones en América, en África, en Asia, las Guerras Mundiales, la Invasión Nazi, los tantos y tantos regímenes dictatoriales del siglo XX, etc., etc., etc. Esta lista puede resultar si queremos, muy muy larga.

Quién de nuestros antepasados de antaño no se sentía orgulloso del familiar que lograba una vida próspera como inmigrante en las Américas? Hoy en día nuestras pretensiones han disminuido y ya nos sentimos bastante orgullosos si algún familiar nuestro consigue al menos un trabajo fuera de nuestras fronteras. El inmigrante de hoy puede afortunadamente mantener más fácilmente los vínculos con sus familiares y amigos en su país de origen. Personalmente creo que ese ha sido el mayor logro de « la era Internet ». Ahora bien, y de los inmigrantes menos prósperos o aquellos que salieron de sus países por causas de xenofobia, homofobia o cualquier otra realidad discriminatoria, o por motivos políticos, religiosos o simplemente humanitarios ? De esos…de esos ya hablamos menos y si nos atrevemos a hacerlo, lo hacemos con la boca pequeña. Como quien dice, hay temas que vale más tratarlos en «  petit commité ». (de este tipo de inmigración hablo de una forma mucho más extensa en mi artículo original : « Estado Civil : Inmigrante »)

Yo mismo soy inmigrante, hijo de inmigrantes y probablemente seré algún día padre de inmigrantes. Soy conciente por supuesto de que si me tengo que ubicar dentro de la amplia tipología de inmigrantes que existe, yo formo parte del grupo de los más privilegiados.

Mi curiosidad por conocer otras culturas, otras formas de vivir y aprender otros idiomas, me llevaron a dar el primer paso en su día y cuando apenas me hice mayor de edad. No sé si es casualidad o no pero justamente los dos países en los que he vivido la mayor parte de mi vida, son los dos países de Europa  que en estos momentos y en proporción tienen el mayor número de inmigrantes. A estos dos países llegué ya como inmigrante y en ninguno de los dos me he sentido como tal. Qué rara resulta a veces la vida !

El ser inmigrante es mucho más que una simple denominación jurídica, política o social y yo no soy ningún experto en la materia para hablar de ello ni siento ningún interés particular en hacerlo. Pero…y sentirse inmigrante ? Podemos equiparar la palabra Inmigrante al estatus de sentimiento?. Y de resentimiento ?.  Ahí sí que hay terreno para hablar y hablar por no decir cultivar y cultivar…

Nos volvemos las personas inmigrantes más críticas que las que no lo son? En mi caso, sí es así. Ya no solo me he vuelto más critico con mi entorno y con los demás sino principalmente conmigo mismo. Si eso es bueno o malo? No lo sé. Solo sé que es inevitable. Tampoco quiere decir que ahora sea más o menos exigente o más o menos conformista. Desde pequeños nos han enseñado que las comparaciones son odiosas pero… por qué ? También me viene a la mente aquél slogan publicitario : « busque, compare y si encuentra algo mejor, cómprelo ! ». El inmigrante que sale de un país en crisis o en situación de guerra, hambruna, dictadura, etc. ; está visto y considerado como un « afortunado » por parte de los que en ese país se quedan. Sin embargo, desde que ese inmigrante llega al país de acogida y «  atraviesa » la puerta de entrada, siente como se le « estampa » de forma inmediata en la frente el sello de INMIGRANTE. A partir de ahí, ya solo toca demostrar y demostrar. Miles de interrogantes surgen por todos lados. El inmigrante se interroga sobre las personas que va conociendo, sobre su entorno, sobre sus posibilidades de trabajo, sobre las costumbres, sobre los horarios, sobre los medios de comunicación, sobre las comidas, sobre esto, sobre aquello%85Los demás también se interrogan sobre él, sobre su persona, sus orígenes, sus costumbres, sus inquietudes, sus necesidades, sus problemas, su cultura, su religión, su vida sentimental, sus capacidades y un sin fin de etcéteras más. Todo es interrogantes por doquier.

Y qué papel juegan los estereotipos en la vida del inmigrante ? Si empiezo, no termino ! Solo les digo que la lista de interrogantes de la que hablábamos antes se eleva por lo mínimo al cuadrado.

Mi realidad como inmigrante es mía y solo mía. El sombrero de inmigrante puede ser muy pesado y a veces antiestético. El racismo y la xenofobia son sastres experimentados que pueden confeccionar el traje perfecto que llegue a combinar con ese sombrero  « horrible » que muchos por desgracia tienen que llevar incluso durante toda su vida.

A veces me pregunto si me « merezco » yo también ese cuño de inmigrante en el sentido estricto de la palabra por lo privilegiado que me siento de serlo. El ser inmigrante me aporta cada día algo nuevo, diferente y es muy probable que si no fuese inmigrante, hoy sería otro tipo de persona.

Pienso que por ser inmigrante mantengo en mi mente los buenos recuerdos del pasado. Los malos creo que ni los recuerdo. Lo pequeño, lo cotidiano, se me hace aún más importante. Por ser inmigrante hablo prácticamente a diario con mi familia. Es curiosos que cuando no lo era y vivía cerca de ellos en el mismo pueblo, éste no era el caso.

Como inmigrante recuerdo con nostalgia pero con orgullo a mis amigos. Quizás también los idealizo, pero qué más da si eso me hace feliz y me ayuda a rellenar ese saco de cosas buenas que nos echamos a la espalda los inmigrantes.

Como inmigrante descubro y aprendo cada día algo nuevo del país en el que vivo. Como inmigrante no le echo la culpa con tanta facilidad al gobierno de turno de todos los males y sí asumo con mayor facilidad mi responsabilidad ante ellos. Como inmigrante valoro y mucho lo que actualmente tengo pero también y mucho, lo que he tenido.

En fin, como inmigrante no dejaré nunca de comparar. Comparando aprendo a distinguir lo que quiero de lo que no quiero y lo que prefiero.

Como hijo de inmigrante siempre he oído eso de « el inmigrante no es de aquí ni de allá ». También es verdad que los tiempos y las situaciones han cambiado y mucho. En mi caso y probablemente por comparar tanto y tratar de quedarme con lo bueno de cada sitio y lo mejor de cada situación, les digo que como inmigrante yo sí me siento DE AQUÍ Y DE ALLÁ ! Lo ideal sería que todos los inmigrantes pudieran decir lo mismo!




 

Desafío literario

Con el fin de atraer a nuestros socios, alumnos y antiguos alumnos a la literatura, así como a toda persona interesada que esté dispuesta a poner a prueba su sagacidad y capacidad literaria, la asociación se propone

echar un pulso a todos planteando una serie de enigmas literarios, en lo que será el I Desafio Literario de la "Asociación de Alumnos y Antiguos Alumnos del Centro Asociado de la UNED de Berna".